A veces las palabras salen solas de mis dedos para plasmarse
en una hoja en blanco, pero otras tantas se niegan a dejarse ver por el mero
hecho de no saber cómo hacerlas que concuerden unas con otras. Para nadie es
fácil ponerse delante de un ordenador y empezar a escribir, sobre todo cuando
quiere que lo que escriba tenga algún sentido, pero creo que en muchas
ocasiones es mucho mejor simplemente dejarse llevar y sólo al final ver el
resultado sin tener en cuenta si lo escrito tiene sentido o no.
Ahora mismo siento como la música entra por mis oídos, las
notas musicales se cuelan en mis venas y las letras se graban con fuego en mi
mente, puedo visualizar cada palabra que escucho, estoy flotando en un mundo
donde no existe el dolor, los problemas, los obstáculos ni las lágrimas.
Desde que tengo memoria he escuchado que la música amansa las
fieras, pero no sólo eso, sino que además nos ayuda a ser mejores personas, a
ver las cosas con diferentes ojos y a creer en nuestros propios sueños. Sí, en
algunos momentos de mi vida yo también he llegado a pensar en dejarme vencer,
en tirar la toalla, pero entonces siempre han aparecido unos instrumentos que
me han cautivado, sonidos que me han embelesado y letras que me han hechizado
por completo. Es verdad que una simple canción no puede hacer milagros, pero
nos puede ayudar ser un poco más conscientes de lo que pasa a nuestro
alrededor, porque ¿quién no ha escuchado alguna vez alguna canción que describa
un hecho puntual que ha afectado a la humanidad o no se han emocionado con
letras de amor, desengaños o felicidad y aun así hemos llegado a sentirnos
identificados con ellas?
Cualquiera que pueda leer esto puede pensar que soy una
fanática empedernida de la música, y es cierto si piensa así porque si no llega
a ser por las 8 notas musicales que todos conocemos, yo no estaría ahora mismo
delante de este ordenador hablando de una de las cosas que más me apasiona:
dejarme llevar completamente por el sonido armónico de unos instrumentos y el
acompañamiento de una voz. Puede resultar hasta mágica la manera en la que me
siento invadida por todas las canciones que puedo llegar a escuchar en un solo
día.
De niños, muchos han tenido amigos imaginarios o amiguitos con
los que salían a jugar todas las tardes, yo he tenido como mejor amiga la
soledad por mi carácter introvertido, y con el tiempo fui haciéndome amiga de
las notas musicales, hasta el punto de que actualmente están presentes en todos
los momentos de mi vida. No existe canción que no me recuerde a una persona, un
momento, una historia o cualquier otra cosa que se pueda recordar. La música me
ha acompañado en mis mejores momentos y en los peores, ha sido mi paño de
lágrimas al que más he llegado a querer porque una persona puede no estar a tu
lado cuando la necesitas, pero la música siempre estará cuando más la necesites
porque a pesar de que las letras las componen personas a las que no conocemos
personalmente, siempre encontramos una letra con la que nos animemos o que nos
pongan el vello de punta por su intensidad y derroche de sentimientos.
Parece increíble que lo que iban a ser unas simples líneas
expresando mis pensamientos se haya convertido en una “declaración de amor” al
arte de la música, pero lo mejor de todo esto es que a pesar del tiempo que ha
pasado desde la última vez que he tecleado algo coherente, estas líneas me han
devuelto las ganas, la ilusión y cierta inspiración para seguir escribiendo,
gracias a una sola palabra: música.
