lunes, 29 de agosto de 2022

Reflexiones

Una lágrima traicionera está surcando su mejilla. A su memoria vienen momentos llenos de felicidad que parecen sacados de una vida muy lejana, pero también otros tantos en los que el agobio, la incertidumbre y el miedo atenazaban su corazón.

Cuando cada paso le pesa como calle abarrotada, algo dentro de ella sabe exactamente lo que necesita su alma para curarse. En ese momento recurre a su adicción, la única droga de la que no es capaz de alejarse y aquella que la ha acompañado en todos los momentos de su vida desde que tiene uso de razón. Esa que es capaz de amansar a las fieras, de hacer llorar de alegría o tristeza, pero, sobre todo, esa que es capaz de calmarla.

Acompañada por uno de los inventos más genuinos de la historia ha pasado los momentos más difíciles de su vida sentada en la silla de una habitación de hospital mientras uno de sus seres más queridos luchaba por aferrarse a la vida. Esos días en los que se sentía atada de pies y manos y en los que sólo podía ser una observadora, la música la acompañó fielmente.

Fueron semanas en las que sentía que observaba pasar su propia vida a través de un agujero sin poder hacer nada por detener los acontecimientos que se estaban desarrollando. Viajes improvisados en coche, incertidumbre por no saber qué va a pasar en un futuro próximo y muchas horas a solas acompañada tan solo por sus pensamientos. Cada vez que sentía flaquear sus fuerzas, siempre había alguien infundiéndole fuerzas para continuar, para no dejarse vencer, pero después de que haya pasado todo el peligro y su vida haya vuelto a su curso, sigue con la sensación de que todo ha sido un mal sueño y que su mente se empeña en no olvidar.

Esos días de dolor y lágrimas han quedado atrás, pero siente que su alma no está completamente curada. A pesar de ello no se ha dado por vencida y ha seguido avanzando poco a poco, a su ritmo.

Cuando esos recuerdos vuelven a su memoria, se para, respira profundamente y se pregunta cómo ha podido salir indemne, pero todos sabemos que eso no es posible. El miedo de que el episodio se repita sigue presente en ella y su corazón sigue latiendo con pesar, pero la vida no se detiene para esperar a nadie.

Sabe que debe continuar su camino sin detenerse, progresando paso a paso y cuando la melancolía se apodera de su corazón, tan solo se oculta del mundo y se deja llevar por esas melodías que la han acompañado toda su vida y espera que vuelva a sanar.